Lanzas tu zapatilla izquierda al Rio Ucayali, con un grito y una risita. Es un acto aleatorio de distracción o la búsqueda taimada de un momento mágico. No tengo la foto pero tengo la imagen. El ferry llega a destino luego de unas 4 horas de conversación, ambos en nuestras respectivas hamacas, ponderando las dimensiones y tratando de identificar las llamadas de las criaturas habitantes de la selva amazónica.
Te dejo ir, claro, como dejar que el Sol se vaya, o que la Luna venga.
Y poco más.